David Byrne, una lección de clase y cerebro

Via El Correo

EFE

Por Josu Olarte

En un festival dominado este año por cabezas de cartel con apenas tres discos, era casi anómala la presencia de un artista de tan largo y polifacético recorrido como David Byrne. Al cantante, compositor, cineasta, escritor y fundador de Talking Heads (1977-91) le tocó afrontar en su peor momento una jornada deslucida por la lluvia, que provocó deserciones y retrasos, pero eso no empañó el enfoque de un espectáculo muy propio de su estatus de referente creativo e ideológico del rock, de clásico en el mejor sentido del término: el que impulsa adelante la música popular entendiéndola como un género permeable, conectado con su tiempo e integrado en la cultura y el arte contemporáneo.

En ese planteamiento encaja el art rock de finales de los 70 que asume el teatro de vanguardia, la danza y la performance, porque de todo ello hubo en su show planteado a partir de su primer álbum solista en nada menos que catorce años, 'American Utopia', una seductora colección de baladas y medios tiempos trufados de miradas criticas a la América de Trump y a las políticas migratorias con la que el escocés (Dumbarton, 1952) emigrado de crío a Estados Unidos reencauza su carrera, apoyado por tercera vez en las sutilezas electrónicas de su viejo colega Brian Eno. En un marco escénico desnudo apareció Bryne sentado frente a un cerebro, escenificando el evocador epílogo de su novedad ('Here') encadenada con un 'Lazy' que evocó al mejor Byrne solista. De entre los flecos plateados del telón fueron apareciendo los componentes de su rítmico ensemble multicultural de once músicos, también descalzos y con el mismo traje gris que su líder.

Apenas diez minutos tardó David en remontarse a su pasado con Talking Heads, con el funky 'Slippery People' e 'I Zimbra', primeriza incursión de psicodelia afrolisérgica que ya en 1979 anticipó las inquietudes de Byrne por el pop étnico y periférico. Fueron también las primeras evidencias de que, también en vivo, los clásicos de la banda que simbolizó el lado más intelectual de new wave americana siguen sonando, tres décadas después, tanto o más modernos que piezas recientes como 'I Should Watch', de su lúdica alianza con la americana St Vincent, o cortes de su novedad como 'Dog's Mind' o Everybody's Coming to My House'.

Vistosa escenificación

Pese a la lluvia inmisericorde, el hit de los Cabezas Parlantes 'Once in a Lifetime' consiguió, con su coro y su pulso africano, mover al personal y elevar los ánimos. El sonido diáfano, la riqueza instrumental y la vistosa escenificación del repertorio continuaron con 'Everyday is a Miracle', que pareció apropiada para recordar lo milagroso que tenia disfrutar de una apuesta tan cuidada y tan deslucida en semejantes condiciones que, pese a todo, no empañaron la actitud y la clase que el artista demuestra en querer reinventarse respetando su identidad a estas alturas de la película.

Esperanza en la raza humana en un mundo en crisis permanente y, por ende, en artistas inconformistas como Byrne despertó 'Like Humans Do', antes de volver a hacer olvidar el aguacero en la recta final calcando los pasos de 'Stop Making Sense' en el clásico crucial de los Talking Heads más bailongos, 'Burning Down the House'.

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